miércoles, 8 de julio de 2020

Del manicomio al infierno

Del manicomio al infierno.


Sabia que tarde o temprano pasaría, que mis amigos de nuestro rockcito al manicomio me mandarían. Como era posible que uno de los nuestros nos traiciona, contara algunos pasajes leves de las barbaridades que hacíamos y desempolvara cadáveres olvidados. Todos sabían que él sabía quienes le habían robado, tiempo, dinero, cámaras fotográficas, micrófonos, producciones, cuentas por pagar e ilusiones. Pero con qué fin perverso venía ahora a restregárnoslo en cara, cuando ya no somos más que viejos enfermos, así sea por barrigones? 
La cofradía de muestro rockcito en asamblea virtual decidieron condenarme unánimemente, sin darle siquiera el derecho universal de presunción de inocencia y lo mandaron al manicomio. Sabía, de reojo, como es un manicomio, de joven había visto unas fotos en blanco y negro de los viejos y las viejas en pelotas haciendo fila por un tintico. Eran fotos desgarradoras de gente que estaba allí, como en un campo  de concentración nazi, porque otros,  quizás más locos que ellos los habían mandado allí para callarlos, para que no dijeran locuras así fueran ciertas. Las imágenes del  manicomio de Sibate, retratadas por mi hermano, siempre me impactaron, caras con ojos idos, bocas desdentadas, oídos sordos y todo esto por culpa de los otros, los cuerdos,  así es la vida…
No hubo necesidad de camisa de fuerza, todas me quedan grandes, tengo talla de pobre, siempre me queda bueno lo que los demás desechan y esta camisa de fuerza me quedo buena, no era sino remangar las  mangas y me quedaba perfecta. Me la puse con la dignidad del condenado a muerte camino a la inyección letal por el crimen que no cometió. 
Iba tranquilo en el camino, los demás iban enloquecidos… 
  
El de la singer soy yo!

No queda de otra que resignarse, eso si, jamás callar ante la injusticia así te manden al manicomio!

Te despojan de todo, te empelotan y te quitan la dignidad, te matan en vida…

Al atravesar el umbral del manicomio sabia que jamás volvería, pagaría con la vida el atrevimiento de decir un tris de lo que sabia y prefería ser cadáver antes que loco muerto en vida.
Difícil, por cobarde toco loco muerto en vida y de una me metí en la ante sala del infierno muerto de susto.
Tremenda sorpresa, era como entrar a la casa del ritmo, aquel himno venezolano antes de la pandemia chavista y estaban todos los lindos cadáveres revoloteando entre las llamas. Al reconocerlos por su actitud, no dude en mandarme a la piscina en llamas! Éramos todos diablillos delirantes cantando nuestros estribillos. Parece imposible, pero si, las estrellas del rock con muerte trágica todas van al infierno.
El camino era sinuoso y estaban todos. Se oían los cantos gregorianos al comienzo del camino, luego las canticas de Puyana puyadas en el clave, la familia Bach peleando por sus regalías, Vivaldi viendo caer hojas y nieve, Mozart, de niño inquieto, revoloteando y tumbando las porcelanas, Beethoven tan solo viendo tocar su oda a la alegría en tremenda depresión y  Wagner componiendo himnos marciales para que se entrara a la gran sala principal, el salón de los jóvenes cadáveres del rock. 
Keith Richards
Los viejos se resisten a morir pero también caerán, eso si, los grandes dejando un reguero de hijos, nietos y hasta bisnietos que vivirán del cuento y las regalías de su procedencia.
El gran salón de las estrellas trágicas del rock, en el infierno, tiene de todo y para todos los gustos, es como una comuna estratificada, como cárcel de corruptos donde según el monto es la dimensión del cuarto y la cantidad de monaguillos a su servicio.
Cuando me tire a la piscina en llamas y me sacaron a patadas, como en mi tierra y quede deambulando al final del camino y desde las alturas los veía a todos saciando sin escrúpulos sus fantasías.
Para  pertenecer al gran salón de las estrellas del rock en el infierno lo único que se requiere es no morir de muerte natural.  Hay que morir joven y ojalá trágicamente.
Empezaron a morir casi al tiempo en que  nacía el rock’n’roll.

El primer cadáver que encontré fue el de  Buddy Holly, nunca llegó a su siguiente concierto; en 1958 sólo contaba con 22 años cuando decidió, durante una gira invernal montarse en una avioneta y hasta allí llego.

En 1960, Eddie Cochram con tan solo 21 años, después de terminar su último concierto en Londres, yendo en un taxi a coger el avión que lo llevaría de regreso a los estados unidos se estrelló y hasta allí llegó.


De repente oí una citara, mientras Marian y Anita, pintaban de negro al fundador de los Rolling Stones, Brian Jones a quien desecharon y ellas le fueron infiel con su compañero de banda, el que parece un cadáver. En 1969, a los 27 años, desbandado, apareció flotando en la piscina de su casa sin que pudiera determinarse si se trató de suicidio, accidente o asesinato. Estaba allí, sentado en posición de loto, sin obtener satisfacción y pintado de negro, mientras las lagrimas desfilan.
No se pierdan el final para que vean como es mi manicomio.

El siguiente hacia un ruido infernal, tenía una guitarra estruendosa y delirante. Sólo se sabe que murió en su propio vómito después de tomarse al Jack Daniels, otro muerto reciente hoy en el limbo, combinado con pastillas para dormir y otras para soñar. Tocaba el himno nacional gringo y no dejaba dormir. En 1970, y con 27 años apareció el cadáver de Jimmy Hendrix.


Parece mentira, pero algún perjurio hubo, de lo contrario cómo se explica el reguero de cadáveres todos de 27 años que ha habido a lo largo de la corta historia del rock’n’roll. 

El cadáver de  Janis Joplin, bella rubia, que daba hermosos berridos apareció tirado en una habitación. A los 27 años, a esta cantante de blues  se le fue la mano en su dosis diaria de heroína. En 1970 alguno de la banda, “agradecido a muerte” le dio una dosis de alta pureza y hasta allí llego. Ahora en el infierno continúa dando berridos en compañía de tantos otros a los que también se les fue la mano y también son cadáveres pero sin importancia. 



No podía faltar el más bonito, Jim Morrison, el carismático cantante, tiro las puertas y se largó a París, donde le quedaba más fácil dar rienda suelta a sus perversiones. En 1971, a los 27 años fue encontrado muerto en la bañera de su casa después de un paro cardiaco producido por una sobredosis.


En la tarde del 16 de agosto de 1977 murió en su mansión en Tierra de Gracia, el rey del rock and roll, Elvis Presley. El rey tenía 42 años, andaba deprimido, desconsolado. Algo desconocido ocurrió y un ataque al corazón le dio.  Esta tragedia lo mando al infierno, volvió a sus raíces y engominado canta el rock de la cárcel, creyendo que todavía está en una película de amor tierno.


Uno de los mas jovencitos, por ende de los mas rebeldes y escabroso, asesino a su novia.
Sid Vicious, casi como su nombre lo indica, en 1979 y de tan solo 21 años tuvo una sobredosis y murió. El bajista de los Sex Pistols estaba libre bajo fianza a la espera del juicio por haber sido acusado del asesinato de su novia bajo los efectos de drogas poco convencionales.

En 1980, al cantante de Joy Division, Ian Curtis de 23 años y que sufría de ataques de epilepsia le entro una crisis sentimental y se ahorco.


Nunca podremos olvidar ese 8 de diciembre de 1980 cuando un verdadero loco escapado de Hawái y con un designio maligno viajo a las entrañas de la gran manzana, lo espero en la puerta de su casa, el edificio Dakota, frente al  parque central.  Lo vio llegar, sé le acerco y le pidió un autógrafo el cual le fue concedido.

John Lennon, salió a ultimar los detalles de su último disco,  tras años de silencio y a su regreso a casa, aleve y por la espalda, fue ultimado a tiros. Se desangrado y murió en una radiopatrulla. Nos dejó el himno más lindo y hermoso jamás compuesto, que fuéramos capaces de imaginarnos un mundo mejor, sin cielo ni infierno…


Como siempre, donde ahí exceso y depravación llega la infección. En los años 90 el sida estaba en  ebullición y perseguía  a los del otro equipo. Un carismático muelón, nacido en Tanzania que pertenecía a la Reina, se dejó pringar por andar de macho man con bigote de yo no fui. El sida terminaría trágicamente con la vida de Freddie Mercury el 24 de noviembre de 1991. La muerte de Freddie fue lamentable, afortunadamente nos dejó muchas de las canciones himnos del  Rock and Roll.



Era un niño talentoso pero caprichoso,  vivía en otro mundo, en un Nirvana donde los bebés se ahogaban o eran pescados por los anzuelos de los poderosos que con su dinero los atraían. Kurt Cobain, también de 27 años, se inyecto su heroína y se pego un tiro en la cabeza. Dicen que dejó una nota de suicidio.


El rey del pop, Michael Jackson no podía dormir, la mala conciencia de tanto niño tocado no lo dejaba conciliar el sueño. Ya no era el pequeño de la familia Jackson, ahora era un adolecente depravado que vivía en un parque de atracciones como anzuelo. Cada noche su médico de cabecera lo anestesiada. La noche de junio 25 del 2009 tuvo sueños pavorosos y el rey del pop requirió una dosis más fuerte para que los demonios lo dejaran tranquilo y la anestesia tuviera efecto. Todo funciono perfectamente y nunca despertó, murió por sobredosis de anestesia.


No todos los muertos lindos son hombres, también hubo mujeres bellas que murieron trágicamente por sus excesos y adiciones. El diablo no tiene sexo y ataca a todos por igual.

Amy Winehouse, fue una cantante muy particular como su repertorio, donde pasaba de las notas más tristes a una euforia delirante. Sufría de bulimia, alcoholismo y le gustaron las drogas, esa combinación precipitaron su trágica muerte y el informe forense dice que la causa fue por un coma etílico y cocaína. En el 2011 murió la flaca Amy.


Estaba en mi salsa, todos estos bonitos cadáveres me fascinaron,  me atrajeron y me tentaron.  Recordé  mis amigos de mi rockcito cadáveres, de Durier, Fercho Reyes, Caliche, Edgar Restrepo, humo Monroy... Los busqué pero no los encontré, o no estaban en el infierno tragico o no habían dejado nada importante por lo que no estaban. Dicen que bien al fondo estaba el bajista de la banda nueva que se ahorco.

Al final del camino ante el diablo, con ira santa este casi me lincha. 
Qué haces aquí, vivo. Esta es la sala para los muertos trágicos en la historia del  rock’n’roll,  lárgate al manicomio donde te mandaron tus amigos por haber contado las verdades. Ojalá allí aprendas tu lección,  en boca cerrada no entran moscas. 
Me extraño que el diablo tuviera misericordia y eso me envalentonó para volver al manicomio y disfrutar lo poco que pudiera quedarme de vida. Me convertí en el rey del rocksito del manicomio y cantábamos y bailábamos frenéticamente empelotas; me busque una mechuda para entretenerme y contarles historias del rock colombiano mientras le mataba los piojos. 
Estando en esas, vi pasar los cadáveres de todos los amigos del rocksito nacional y reímos a carcajadas junto con todos los nuevos amigos del manicomio.

Pense en las cosas bellas que tiene la vida y me acorde de una de las canciones mas lindas!