lunes, 17 de abril de 2017

1. Nació el Rock Colombiano

El jardín audiovisual

Este cuento “El Jardín Audiovisual” se empezó  a arar y sembrar desde niño, por amor al rock & roll que me deslumbro y siempre vibre alrededor de su ritmo, cambiante con los tiempos pero siempre rebelde.
Recorrere mis pasos, como los recuerdo, que puede no sean exactos, son solo recuerdos. El Jardín Audiovisual es mi empresa de siempre, una semilla que el destino me implanto y que ha crecido con el tiempo llevándome por discos, CD, DVD, televisión, audiovisuales, conciertos, comerciales, eventos, montajes, paginas de internet y estudios de grabación y video, además de la producción de contenidos audiovisuales con un denominador común, la música en general y el rock en particular como protagonistas.
Hoy El Jardín Audiovisual ha florecido, lo que he cosechado, me dedico a divulgarlo como profesor de materias relacionadas con el mundo tecnológico audiovisual como acústica, integración de sistemas, el negocio de la música, seminarios sobre grabación de audio o video, cada ves mas esporádicos y selectos, mientras la contemplación, el buen comer y dormir me mantienen con buena salud, viendo crecer los nietos y todavía sonriendo de mis propias picardías.
La historia le dividiré según recuerdos, que van como por décadas, por lo que será fácil ubicarnos en Bogotá, donde se siembra El Jardín Audiovisual, allí donde nací en Septiembre de 1952.

1. Bogota, Septiembre de 1952 a Febrero de 1965.

Me llamo Enrique Gaviria Pérez, felizmente casado, finalmente! Padre y abuelo feliz. Tengo varias profesiones u oficios, Comunicador Social de la Tadeo Lozano, Ingeniero de sonido del Instituto of Audio Research, cursos y especializaciones en producción de audio, video y cine, una cantidad de años trajinando con lo uno o con lo otro, sembrando.
Soy hijo de un matrimonio disfuncional, una llanera del Arauca vibrador, Cecilia Pérez Norzagaray y un negociante de Medellín, Enrique Gaviria Restrepo.
Mi abuelo materno y el único que conocí, Julio Pérez Hoyos era medico, después de hacer 20 años de medicina en Arauca volvió a Bogotá, su ciudad. Su casa era un edificio construido a finales de los años 40, en Chapinero por el arquitecto Violy donde vivió con sus once hijos. Su esposa, Isabel Norzagaray, mi abuela, murió en Arauca me imagino que de dar a luz, convivió 20 años y tuvo 11 hijos y uno que otro que no vio la luz.
El edificio tiene un frente amplio, con dos grandes locales abajo, en uno de ellos vendían  y reparaba televisiones y aparatos de sonido, el otro era una academia de baile con énfasis en flamenco, ambas cosas son parte de mi gustos.
Pronto fui a parar a ese edificio donde  había dos aparatos, la televisión y la radiola, Telefunken, que se abría y tenia tremendo parlante en la parte de abajo; traía, también un radio donde se sintonizaba gran cantidad de ruido, de pronto la voz de América y las nacionales. Se podían poner todas las versiones de discos que habían, 78 , 33, 45 y estéreo ( rpm).
Los tíos, 10, se fueron casando, saliendo del edificio y en esa medida, yo me posesionaba de lo que dejaban, banderolas de universidades americanas, billetes de otros países, estampillas, monedas y lo mejor discos, muchos discos!
Conocí chapinero de la mano del abuelo, que me llevaba por la trece desde la 59 hasta el parque de Lourdes, donde se embolaba, después compraba pan en la Astoria y gomitas, para mi, en la puerta del Ley. Una ves a la semana íbamos hasta la 72 a “La Gran Vía”, un delicatesen donde se compraban los bocadillos beleños de caja de madera y el queso de pera. Me fui haciendo familiar con las calles de Chapinero desde niño.
Los sábados y domingos se compraban empanaditas de carne y papa criolla, para llevar, en un sitio que se llamaba el Tout va bien; quedaba en la 72 con carrera séptima, y allí existía, creo, la primera bolera de Bogotá y tenia algo mas, la primera rock ola que escuche. Durante los 15 o mas minutos que duraba la fritada de las empanadas yo alcanzaba a poner tres canciones, casi siempre de twist y bailaba desenfrenadamente frente a la rock ola.
Estudie la primaria en el San George School, un colegio de inglesas. Esto ayudo a la comprensión del ingles desde niño aunque no perfectamente las bases las aprendí y mucho me ayudo después.
Recuerdo el día de la muerte del abuelo, entra a despedirme y a recibir los 50 centavos que todos los días me daba para la kolkana y el roscón en el colegio y dormía, cuando regrese me entere que estaba muerto. Herede cosas de su mesa de noche, el despertador, la navaja multiusos, el destornillador pero sobre todo la potestad sobre la radiola y el televisor, quedaron en mis manos, a mi disposición y al volumen que me diera la gana. En ese momento escogí todos los discos buenos, que habían dejado los tíos y tías y me apodere de ellos. Así comenzó mi colección de discos que 10 años mas tarde, al venderla, pagaría mis estudios de ingeniero de sonido en Nueva York.
Había discos de Mambo, Cha Cha Cha, Bing Band, Jazz y  de algunos cantantes como Doris Day con su éxito “que será, será”, una balada en Ingles y español o Nat King Cole, el primer artista americano en hacer un disco en español, le siguió Triny López, Louis Anstrong, con su What a Wonderful World y Leaves of Autoum por los Everly Brothers. Fueron especiales los discos con temas de películas o televisión, venían canciones de I love Lucy con mambo de Ricky Ricardo, 77 Sunset Strip de tres detectives en Hollywood donde uno de ellos se apodaba Cuqui, (apodo que le traspasamos al en ese entonces recién nacido, mi hermano Jorge Gaviria Pérez), Perry Mason que tenia música de Bill Evans, el Dr. Kildare, Bonanza, Rin, tintín y otros programas. En uno de esos discos venia un corrido famoso, el de Pecos Bill, que lo ponía y cantaba  al punto que mi tío Jorge Pérez, me puso de apodo Pecos y toda mi colección de discos, tenia el Pecos, en la contraportada.
Un sábado, recuerdo que los vi por primera vez, Los cocacolos que no se si seguían  a los  mods que menciona el grupo de The Who en su obra Quadrophenia o si serian los jets o los sharps de la recién estrenada y éxito taquillero “West Side Story” un musical realizado en película con la hermosa Natalie Wood. La banda sonora de esta película compuesta por Leonard Bernstein fue mi primer clásico y uno de los primeros discos que compre al lado de los de twist vol. 1 y 2 en discos Daro, que era el único que los tenia en el centro, calle 24 con carrera 7. Allí también vendían todas la agujas para los tocadiscos existentes y soldaditos de plomo.
 Los “cocacolos” como los llamaba mi mama, vestían de blue jean, camisas a cuadritos y chaqueta de cuero, todos se peinaban con gomina, marca Lechuga que era verde. Usaban medias blancas y mocasines a lo James Dean, zapatos a los que las jóvenes les ponían una moneda de centavo americano y algunas ya lucían medias veladas y faldas apretadas. El “to va ben”  era un lugar de encuentro juvenil, bolos, ron con Coca-Cola y la rocola a gran volumen con Elvis y su rock de la cárcel; Paul Anka, The comets; The Everly Bros. Tantos de la pre – beatleamania. El otro sitio de encuentro fue el primer “Cream Helado” donde se hacia el pedido desde el carro y jóvenes en patines lo llevaban en un charol y lo instalaban sobre  la ventanilla, quedaba en la calle 68 con cra. 13. En los parlantes del parqueadero se escuchaba rock & roll a buen volumen.
El colegio, San George, quedaba en la 76 con séptima en una bella casa republicana, hoy un edificio como todos. Esa cercanía a la bolera, pero sobre todo a la rock ola hizo que me volara del colegio todos los días a escuchar rock & roll.
De regreso a casa, hacia una parada, en discos Cu-Ca, (horrible nombre), en la trece con 59, un almacén de discos que manejaba la tía Luz Gaviria, hermana de mi papa. La tía Luz vivió un tiempo con  nosotros, hasta que se instalo, por lo que parar a visitarla era agradable, primero que todo por los discos y segundo, tercero y cuarto también por los discos. Disponía de un almacén de discos para encerrarme en sus cabinas y poner lo que quisiera, incluso a veces me daba uno que otro disco para mi colección que gracias a la tía Luz iba creciendo.
El cine y la televisión son una pasión, desde hace diez años, mi habitación es, además, un teatro profesional con alta tecnología y tratado acústicamente de donde salgo poco pero veo y oigo mucho.
Conocí todas las salas de cine de Chapinero. Desde la mas profunda, el Teatro Caldas, que quedaba al fondo de un pasaje, que en una época fue furor porque, junto al bello teatro, quedaba “El Grill Colombia”, donde se bailaba Mambo, cha, cha cha, merecumbe y boleros. Se presentaban las orquestas que venían de Nueva York  y allí no cabía un alma a finales de los años 50.
Pronto empezaron a construir teatros grandes y desproporcionados como el Lucia, el metro y uno nuevo, en el pasaje del edificio libertador en la calle 63, en ese pasaje comenzaría el rock colombiano a sembrarse en uno de sus locales, el bar La Gioconda.
Las películas de Marcelino, Marisol y Roció las repetía cada vez que podía, sobre todo Marisol Rumbo a Rio, la banda sonora tenia bossa nova y siempre me quedaron gustando los ritmos de Brasil. West Side History la vi en El Escorial, un teatro de barrio que mas adelante se convirtió en el estudio de grabación de CBS, donde se grabo el primer disco de Shakira y cientos de Diomedez. La película no la entendí en su época, hasta mucho después, pero su banda sonora fue el primer acercamiento a una música compleja, a veces operática, otras clásica o muy moderna para poder coordinar con el baile moderno y callejero que interpretaban los actores vestidos de cocacolos.
Desde los 64’s se empezó a mutar hacia la moda de los conjuntos Ingleses que empezaba a llegar gracias al cine y la televisión. Pelo largo, botas beatle y trajes de chaqueta.
Se inaugura un nuevo canal de televisión, El tele tigre, que trajo nuevas opciones, mucha película mexicana con sus rancheras pero también algo inesperado, todos los días de cuatro a cinco de la tarde pasaban “Shindig” un programa Ingles con lo ultimo, la música de: Alexis Corner Group; Graham Bond Band; Jonh Mayall & Blues Breakers; Animals; Dave Clark Five; Hollies; Trogss; Herman Hermits; Rolling Stones; Beatles; Yardbirds; Cilla Black; Who; Kings, Spencer Davis Group; Hollies y muchos mas, eran cuatro conjuntos por programa, de una hora, todos los días de la semana!
También salió al aire Radio 15, dirigida por Alfonzo Lizarazo, que ponía música ye-ye y   go-go, casi toda en español inundándonos con el Dúo Dinámico, Enrique Guzmán, Cesar Costa, palitos y pieros empalagando al oyente, diametralmente opuesto a lo que presentaban en Shindig por el “tele tigre”.
En los diciembres, trabajaba en el almacén de discos de la tía luz empacando los regalos de navidad, los discos eran muy apetecidos como regalo y se vendían por cientos. En esa época el señor Francisco Montoya pasaba por los almacenes mostrando los nuevos productos de las casas de discos y recogiendo pedidos. Cuando llegaba, me acercaba a ver lo nuevo y, algunas veces me dejaba discos que tenían un letrero atrás que decía: prohibida su venta, promocional. Lo recuerdo porque 25 años mas tarde, en 1986 compraría  parte de Fonovisión (mi estudio de grabación), era el dueño de la distribuidora mas grande de discos por todo el país, Pro discos y de una casa disquera, que lleva sus iniciales, Discos FM. Entre los discos que me regalo hubo tres excepcionales: Inglaterra A Go-Go vol. 1, 2 y 3  donde venían todos los conjuntos que pasaban en Shindig.
En diciembre de 1963, conocí el primer músico, a Humberto Monroy, promocionando su primer sencillo, el pájaro parapaum o algo así, producido por Edgar Molero (Disco Club) y trataba de meterlo en Bambuco y Discos Cuca, los otros dos almacenes de Chapinero. Humberto era el bajista del grupo Los Speakers.  Compre su sencillo y además lo puse al máximo volumen permitido, en el bafle que enfocaba hacia la calle. Ese diciembre estaba la pollera colorada batiendo record de ventas y popularidad, se vendía como pan caliente, pero hay que reconocer, esa entrada de la gaita hace vibrar a cualquiera, es lo que se llama un buen riff!
Humberto dejo unos sencillos para venderlos y se vendieron, al pasar a recoger su dinero, comento de un concierto el sábado en el teatro La Comedia a las 11 am. Cambiar el matinal al que íbamos sagradamente con mi hermano Carlos, El negro, Gaviria fue difícil, desde que nació es un obsesionado por el cine, asistí a todos los conciertos de los sábados que pude, los Speakers, los Flippers, Vicky, Oscar Golden y Harold eran siempre los habituales, cuando tocaban La Bamba, salíamos a bailar en los pasillos. En las tardes y noches de los viernes, sábados y domingos los Speakers tocaban en La Gioconda, en el pasaje de los libertadores primero y cuando se desbordo en la calle 59 en un local grande.
La primera ves que fui, Humberto me presento a Tania Moreno, su novia, y a sus amigas, todas muy go-go. Había otro grupo, Los Pelos, que harían su debut esa tarde. La Gioconda era un sitio pequeño y se llenaba, entre las tandas de los conjuntos ponían discos y aprendí hacer los primeros roces con desconocidas, era fascinante bailar amacizado la canción “ This Boy” de los Beatles con cualquier señora.
Los Speakers estaba integrado por Rodrigo García en el piano farfisa, Fernando La Torre en la batería, Oswaldo Hernández en la guitarra y Humberto Monroy en el bajo y voz. Los amplificadores eran marca Losdernan, venían de las orquestas tropicales y los hacia en barranquilla un señor de nombre Hernán, fueron los amplificadores colombianos para casi todos los conjuntos que brotaban y eran los que usaban las orquestas tropicales.
Después del sencillo salió su primer disco Los speakers (1964) que tuvo un éxito, : Todo esta muy bien, muy bien” y luego su segundo, con la versión en español “La Casa del Sol Naciente” de The Animals que los lanzo al estrellato nacional y fue producido por Bambuco.
Los Pelos estaba formado por Miguel Durier, guitarra y voz; Miguel Muñoz , Guitarra y voz; Guillermo Guzmán en el bajo y el baterista Luis Dueñas. Abrían a los Speakers en La Gioconda, por esta razón el grupo duro poco, Muñoz y Durier entraron a los Flippers de Arturo Astudillo y Carlos Martinez.
Los Flippers ensayaban en una casa en la calle 59 con carrera 16, en Chapinero,  apenas cuadras detrás de donde yo vivía, esto me trajo nuevos amigos, entre ellos Miguel Durier, que fue el primer mechudo que entro en mi casa y siempre nos la pusimos de ruana. Terminando Shindig salíamos a su ensayo de los Flippers que yo escuchaba desde la acera.
La película de Elvis “Viva las Vegas” con Ann Margret hizo historia y la vi tantas veces como pude en el Aladino, después paso a dobles en el San Carlos. Hubo teatros que empezaron los dobles, como el Imperio y el Caldas, donde pasaban muchas películas Mexicanas, desde Cesar Costa y Enrique Guzmán hasta las de “el Santo”, sin olvidar todas las de cuplés y mariachis que nos inundaron.
Pero hubo una importante, en blanco y negro, sobre el sonido Mersey de Liverpool, antes de The Beatles y era con Gerry & The Pacemakers. Con Miguel Durier  no salimos del teatro Santa Fe donde la pasaron durante  varios días, algunos de los Flippers fueron a verla con nosotros. Otro nuevo amigo, Fernando Reyes, Fercho, ya se destacaba como guitarrista e iniciaba su solitaria gira de grupo en grupo cruzándose con tantos otros que también iniciaban su gira.
Algún empresario estilo Brian Epstein, tal ves viendo el éxito de La Gioconda, financio  donde tocarían Los Flippers en la calle 59, arriba de la carrera 13 en un local en un segundo piso, pintado con el pop art que empezaba, rombos deformados en paredes y pisos en blanco y negro, la luz negra famosa y unos spots a un escenario donde había los equipos mas bonitos y profesionales del mundo, recién adquiridos por los nuevos Flippers en Nueva York marca VOX e idénticos a los que  usaban los conjuntos Ingleses del momento y el primer sistema de amplificación para las voces, lo que permitía oírlas al volumen de los instrumentos. Todo esto era, no solo novedad, si no el empujón necesario para que mas conjuntos se iniciaran.
Se estreno una película Colombiana, Semáforo en Rojo, con éxito lo que también daría el empujón necesario para comenzar la larga lucha por hacer y demostrar que el cine nacional es importante apoyarlo y financiarlo, como a todas las artes.
Las películas llegaban casi simultáneamente con el lanzamiento americano por lo que discos y películas importantes salían pronto. La de los Beatles A Hard Days Night llego prácticamente simultanea y con ella se inauguro un teatro pequeño El Chico, en un pasaje en la calle 90 con carrera 16. Bogotá se movía hacia el norte y este era el nuevo centro comercial.
Casi todos los días que la presentaron la vi en alguna función. Dirigiéndome hacia el cine fui atracado, apuñalado en la femoral, en una calle a las 5 de la tarde. Por fortuna y gracias a mi Ángel de la Guarda, fui rescatado y trasladado a la recién inaugurada Clínica del Country donde recibí los primeros auxilios y transfusiones  para poder llegar con vida a la clínica  Marly donde me practicaron varias cirugías difíciles y nadie se explica como no me desangre. Vi el resplandor y sentí la experiencia de estar fuera del cuerpo.
La recuperación fue lenta y lo único que pedía era que me llevaran a ver a los Flippers en su nuevo sitio con , el bajo Hofner, las guitarras  Rickenbacker, la batería Ludwig, sus trajes iguales y su estilo hacia los Beatles, cuando comenzaron.
El sonido de Los Speaker se empezó a distinguir rápido, por el piano y tocaban versiones mas elaboradas y al tener discos en el mercado sus presentaciones en la nueva La Gioconda generaban mas entusiasmo además tenían, gracias a Tania Moreno, una colección de fans que los seguía.
Mi condición de lisiado y el temor a la gente que me genero el asalto y sus consecuencias no me permitía asistir tranquilo a ninguno de los dos sitios, iba a cine.  Continuaban llegando grandes estrenos: Ben Hur, Los Diez mandamientos, mas mexicanas, pero continuaban presentando las de los conjuntos Ingleses como “Mrs Brown, You’ve Got a Lovely Daughter” de los Herman’s Hermits a color. Miguel Durier me visitaba y juntos imitábamos al cantante de este conjunto frente a la brilladora del piso, cuyo mango, nos serbia de micrófono mientras sonada a todo volumen en el Telefunken, la banda sonora. Sentía mucho no poder acompañarlo, a tan solo tres cuadras a verlo tocar junto a Arturo Astudillo, Miguel Muñoz y Carlos Martínez pero el miedo a que me pasara algo lo impedía.
Algunos sábados por la mañana me acercaba a la casa de Agusto Martelo en la calle 95, con 16 y desde afuera los escuchaba  ensayar,  ya había llegado a mis oídos que un nuevo conjunto se había formado en el Chico.
Guillermo Guzmán, El Marciano, también emprendía su carrera de bajista, les puedo asegurar que el 80% de todos los discos y comerciales grabados en los 70 y 80s, antes que partiera a vivir en USA, tenían un común denominador, el bajista era Guillermo Guzmán. También lidero, La banda del Marciano, donde tocaron los mejores durante sus diferentes épocas. También era el bajista de todos los cantantes y grupos Colombianos: Oscar, Harold, Vicky, Claudia, Yolima, Pontony, Ana y Jaime, Génesis, Kirieleisón además de su banda, la del Marciano.
Los Flippers fueron mutando con los cambios del rock y por sus integrantes pero siempre fue el conjunto de Arturo Astudillo su líder y director. Los Speaker no duraron mucho y empezó la proliferación de conjuntos y sitos donde tocaban, en las tardes, como La Bomba. Los cocacolos murieron con James Dean y las bandas de rock empezaron a brotar, los sitios donde tocaban empezaron a atraer vendedores, se iniciaron los puestos donde vendían brikes Ronson o Colibrí, esferos Parker, navajas, pulseras para reloj y para las mujeres esmaltes y medias veladas.  La calle 59 empezó a cambiar con los dos conjuntos tocando a poca distancia y el tumulto de jóvenes que atraía. Pronto se fueron para la 60 por La Bomba que quedaba al fondo de un parqueadero grande y poco a poco la calle fue tomada por los jóvenes que duraron allí unos años.

En diciembre de 1964 no trabaje, por primera vez en 4 años en el almacén de discos, no quería salir a la calle. Se inaugura El Taller de Alta Costura de David Lohman, un diseñador americano que llegaba de Milán y era la pareja de mi tío Jorge, que vivía con nosotros y que también regresaba de unos estudios en Italia. Mi mama era la socia de la boutique y para el desfile de la primera colección me pidieron escoger la música de los desfiles y manejar la radiola. Por primera ves veía la música desde un nuevo contexto y la fue la banda sonora de una película italiana Al Di La, estaba de moda la balada, pero el resto era orquestado para acompañar imágenes y los bossa nova instrumentales de Marisol Rumbo a Rio, los que utilice  y fueron perfectos. Ver las modelos, entre ellas, Ester Farfán, desfilar la ropa, el nerviosismo de la trastienda, el fotógrafo Hernán Díaz disparar sin parar y todas la “high” comprando  fue inolvidable.
En diciembre, las celebraciones se hacían en el edificio del abuelo, donde vivíamos; se cantaban los villancicos, se hacían las hayacas y nos reuníamos todos los tíos y primos, que iban naciendo, para la apertura del árbol y el intercambio de regalos. También decidieron que yo tenia que irme de Colombia, mi amistad con mechudos, mi tragedia, mi afición a la música y trabajar con el novio del tío los enloqueció. Mi tía Clemencia Pérez se había casado con un español y se habían ido a Málaga, donde me podían mandar a un internado  y allá fui a parar a los 12 años. De navidad mi papa me regalo dos radios transistor, uno Zenit, para coger emisoras de toda Europa, me dijo, y otro pequeño que cabía en el bolsillo de la camisa. Ambos me sirvieron en los internados.